martes, 7 de mayo de 2013

2millones jajajajajaaj


Aunque no es una fortuna, solo el 2,5 por ciento de la población del país entra en esta categoría.

En Colombia, un país con 47 millones de habitantes, cinco personas tienen una fortuna de más de 3,6 billones de pesos cada uno, según el ranking de la revista Forbes, y alrededor de 700 tienen un patrimonio de más de 54.000 millones, de acuerdo con cálculos de la consultora Wealth-X. Este es el club de los ricos indiscutibles. Pero, según el Banco Mundial, hay otro grupo más numeroso de colombianos, con ingresos mucho más modestos, que también podrían entrar en esta categoría de los ‘afortunados’.
En un reciente informe titulado ‘Movilidad económica y ascenso de la clase media latinoamericana’, el organismo señala que en América Latina es rico quien tenga ingresos diarios de 50 dólares valorados en paridad de poder adquisitivo (PPA). Es decir, ingresos que alcancen para comprar lo que en Estados Unidos se adquiere, a precios de allá, con 50 dólares.
No se trata del dólar a 1.800 pesos, a veces más, a veces menos, del mercado cambiario. El dólar valorado en PPA es de alrededor de 1.300 pesos, pues lo que en EE. UU. se puede comprar con un dólar aquí se consigue con 1.300 pesos.
Siguiendo el criterio del Banco Mundial, en Colombia es rico un individuo que viva solo y cuente con 2 millones de pesos al mes en adelante, o un hogar de cuatro personas cuyos ingresos sean desde 8 millones. En total, hablamos de cerca de 1,2 millones de personas que cumplen esta condición (el 2,5 por ciento de la población).
A los ojos de un colombiano de a pie, un ingreso de 8 millones en un hogar de cuatro personas –así no los reciba la inmensa mayoría– no es una cifra para considerarse rico. Sin embargo, este ejercicio sirve para reflejar, de nuevo, lo que otros indicadores como Gini ya tienen sobrediagnosticado en Colombia: sus dramáticos niveles de desigualdad. (Vea la infografía: ¿Qué es ser rico en Colombia?)
Según Leonardo Bonilla, del Centro de Estudios Económicos Regionales del Banco de la República, en Colombia, el 10 por ciento más rico de la población se lleva la mitad del producto interno bruto (PIB), mientras el 10 por ciento más pobre apenas tiene el 0,6 por ciento. Para Jairo Núñez, investigador de Fedesarrollo, “casi la mitad del gasto público social es percibido por el 20 por ciento más rico”.
Camilo Herrera, presidente de Raddar, consultora especializada en consumo, asegura que el promedio mensual de ingresos de un hogar colombiano es de 3’378.395 pesos. En los estratos altos, esta cifra asciende a 10’850.000 y es 10 veces mayor que la de los estratos bajos.
Según Herrera, los hogares ‘acomodados’ suelen tener en promedio tres miembros (en los hogares más pobres son cuatro: menos dinero se reparte entre más personas). En esto coincide Bonilla, quien anota que, “para colmo, cada uno de los afortunados en la franja de los más pobres que tienen trabajo tiene que mantener a seis personas en promedio, en tanto que los del tope de la pirámide sostienen solo a dos”.
El 83 por ciento de los considerados ricos –dice el presidente de Raddar– cuenta con vivienda propia. El 17 por ciento restante no es que no tenga con qué comprársela, sino que considera más negocio acudir a figuras como el arriendo o el leasing. Además, en estos hogares adinerados hay, en promedio, dos vehículos, y el 12 por ciento de ellos invierte sus recursos excedentes en acciones y bonos.
Los colombianos pertenecientes a esta clase pudiente suelen cursar sus estudios en establecimientos privados (muchos hacen posgrados en el exterior); en general hablan dos idiomas y en su estructura familiar no existen obreros. Sus vacaciones las dividen entre paseos a fincas y casas de campo en el país (casi siempre en sus regiones de origen) y viajes al exterior. Los más mayores prefieren Europa, mientras que los jóvenes optan por escapadas a EE. UU.
Herrera observa que una cosa es vivir con 8 millones de pesos al mes en Bogotá y otra cosa en, por ejemplo, Acacías (Meta) y que “el ingreso no asegura la entrada a los círculos de élite de las ciudades, que tienen acervos familiares de tres o cuatro generaciones”.
Manuel Muñoz, coordinador del doctorado en Ciencias Económicas de la U. Nacional, apunta que, para el caso de Bogotá, personas con ingresos moderadamente por encima de los mencionados no solo no hacen parte de la ‘oligarquía’ sino que además no tienen poder político.
La concentración del ingreso en la capital es tal que el 10 por ciento más rico recibe más que el 80 por ciento de la población de menores ingresos. Mientras en el extremo de la pobreza, el ingreso de un ciudadano puede ser de 100.000 pesos mensuales, una persona acomodada –según las mediciones del Banco Mundial– puede llegar a percibir más de 3,7 millones.
Esto sin contar a los que pertenecen a ese reducido segmento de la población que puede llegar a devengar más de 100 millones de pesos mensuales, aunque de este grupo, según Muñoz, es muy poco lo que sabe. “En los segmentos más altos la información es insuficiente o no es fiable, porque las personas mienten sobre sus ingresos o rechazan las encuestas aduciendo razones de seguridad”, explica el académico.
Existe otra aproximación para identificar a quienes son ricos en nuestro país, ya no por sus ingresos sino por las características de la vivienda, para lo cual se acude a la estratificación socioeconómica.
Según esa clasificación, en el 2005 (el último año del que hay datos consolidados), solo el 3,1 por ciento de las viviendas en Colombia eran de estratos 5 y 6. La cifra corresponde a 327.698 hogares, que podrían rotularse como ricos.
Otra idea –aunque menos certera– de los adinerados en nuestro país podría darla el impuesto al patrimonio que, según la Dian, deben pagarlo hoy cerca de 32.000 colombianos que cuentan con más de 1.000 millones de pesos de activos libres. La cifra, sin embargo, no es fiable, por los altos índices de evasión tributaria.

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